martes, 21 de julio de 2009

No estoy borracho


"Llámenme egoista pero me encantaría ver la lluvia de fuego".

Cuando la verdad es que no imagino un final de los tiempos cristiano con ángeles enojaditos lanzando rayos cogelones desde lo alto, no imagino la ola inmensa borrando regiones y a Cusack sorteando los peligros; en cambio es sencillo figurar que el final del mundo ya pasó. Basta encender la televisión abierta para notar que el raciocinio humano ha sido extinguido para siempre, basta con salir a la calle para notar la pobreza emocional imperante, las charlas de las amiguitas sentadas en la mesa a un lado: "pídele un tiempo". Internet está peor: gente buscando el amor como desesperada. Gente gritándo: ¿quiéranme, no? en las páginas y ventanas. Nadie escucha, nadie lee, nadie nada. No puedo volver mi rostro sin imaginar que todos podríamos formar parte del elenco humano en el panel infernal de El Jardín de las Delicias, el que me ofreció mi café es calcinado por un sujeto con cara de pescado. A los guapos que se levantan temprano para correr los va fajar por toda la eternidad un marranito disfrazado de monja. A esos dos que se meten al cine los van a usar de harpa.


En realidad...¿Tenemos alma?

No tenemos, ni verga de alma; es una de las grandes mentiras sobre la que se cimenta la humanidad (como la evolución); creemos que nacimos con el paquete enterito: dualidad cuerpo y esa madre. El alma se alimenta, se crea, se nutre, no se elije y mucho menos se poseé de manera tácita. Pinches gueyes sin alma todos en el metro, en las oficinas, en nuestras relaciones de pareja, etc...


PD: quien no se ha sentido como el gordito de la foto?




Es adorable, extraordinaria metafora visual del alma humana a inicios del siglo 21

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